Las empresas están incrementando la creación de más cadenas de suministro transparente como respuesta a las exigencias de los consumidores, la presión de las ONGs y la creciente legislación de diligencia debida obligatoria, a la vez que inician esfuerzos para rastrear productos en la cadena de valor a fin de poder etiquetarlos con atributos de sustentabilidad.
El mercado de trazabilidad digital está creciendo, pero ¿son suficientes estas soluciones o necesitan las empresas otras herramientas y apoyo?
Visibilidad para tomar decisiones informadas
La solicitud de transparencia lleva un tiempo incrementándose y ciertamente ha logrado protagonismo en los últimos 18 meses. Se ha señalado a las empresas por sus prácticas de compras no responsables, vinculándolas abiertamente a fábricas. Los confinamientos, los problemas logísticos y las prohibiciones de importación están obligando a los compradores a trazar su cadena de suministro mucho más allá de los niveles 1 y 2. Las empresas que ya habían mapeado su cadena de suministro lograron una mejor respuesta al diversificar sus compras o redirigir envíos.
En 2016, el gobierno chino implementó un furor de inspecciones medioambientales en toda la nación, por lo que aproximadamente el 40% de las fábricas chinas sufrieron cierres temporales o definitivos, multas y planes de mejoras por un lado de la cadena de suministro, y generaron confusión en las marcas y minoristas por el otro. Confundidos porque de repente se enfrentaban con problemas de entregas, y no porque sus proveedores de nivel 1 hubieran fallado las inspecciones, sino por los subproveedores y los niveles inferiores. El hecho de que los proveedores de materias primas o de componentes se vieran obligados a cerrar, sin saber que formaban parte de la cadena de suministro, dejó a los clientes de las fases posteriores sin saber qué hacer.
Las marcas y los minoristas empezaron a compartir de manera pública sus listas de proveedores desde 2005, incluida la mayoría de los proveedores de nivel 1. Más compañías se agregaron después del desastre de Rana Plaza en 2013, lo que culminó en el Compromiso de transparencia y la creación de varias iniciativas de divulgación como el Registro abierto de ropa o el Mapa de sostenibilidad del ITC (por sus siglas en inglés). Según Fashion Revolution, 100 marcas textiles y de calzado divulgaban sus listas de proveedores en 2017, lo que aumentó a 250 en 2020 con la inclusión de sus proveedores más allá del nivel 1.
Actualmente, más y más empresas buscan soluciones digitales como apoyo en sus metas de transparencia. La encuesta anual de QIMAone muestra mayores problemas de calidad y comunicación con el proveedor en el caso de empresas con bajos niveles de digitalización en la cadena de suministro. Esto, en combinación con los desafíos de los últimos 18 meses, debería ser el argumento final que las empresas necesitan para empezar su recorrido de transparencia.
Trazabilidad para mayor agilidad
La trazabilidad permite que las empresas vayan un paso más allá al rastrear sus productos a medida que avanzan en la cadena de valor desde la materia prima hasta el consumidor. Lograr esto, en cadenas de suministro cada vez más complejas, brinda a las empresas la oportunidad de gestionar la calidad, la seguridad y la sustentabilidad de manera más efectiva. La rastreabilidad digital hace que las transacciones sean visibles, más efectivas y seguras y permite que las empresas reaccionen con agilidad cuando surgen problemas.
Con la creciente demanda, la cantidad de soluciones de trazabilidad en el mercado está aumentando de manera exponencial. Basándose en la transparencia, o en la visibilidad de la cadena de suministro, cada vez más empresas están dando sus primeros pasos en el rastreo de los productos a lo largo de la cadena de valor. En lugares donde hay un fuerte impulso a la transparencia gracias a la legislación emergente en materia de diligencia debida, las metas de trazabilidad se centran más en la circularidad, la recolección de datos y la generación de declaraciones verosímiles.
Mientras tanto, los responsables de la formulación de políticas y los organismos de control han centrado su atención en el lavado verde, evaluando la validez de declaraciones genéricas de sustentabilidad sobre, por ejemplo, ambiciones de cero emisiones y declaraciones de sustentabilidad a nivel del producto. En 2021, la Comisión Europea liberó los resultados de un barrido de sitios web en donde se buscaron violaciones a la ley del consumidor y concluyeron que «en el 42 % de los casos, las declaraciones [verdes] eran exageradas, falsas o engañosas». Muchos países en el mundo están reforzando o sugiriendo una nueva legislación para regular las declaraciones verdes de las empresas.
Para que las empresas pasen la prueba, se requieren datos y procesos verificados que respalden sus declaraciones. Las soluciones digitales que registran y enlazan transacciones no serán suficientes. La verificación en sitio de transacciones y procesos combinada con herramientas innovadoras de rastreo deben formar parte de un programa integral de trazabilidad para garantizar la prueba de origen del producto, su autenticidad e integridad.
Claramente la transparencia y la trazabilidad son imperativas en las empresas nuevas. Es mediante la combinación de herramientas de mejores prácticas y la presencia local que se logrará el éxito, paso a paso.
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